Nació en 1904 en El Viso del Alcor. Desde pequeño tenía inquietudes por inventar aparatos que pudieran facilitar la vida. Uno de sus primeros inventos fue un medidor para vender en las tiendas productos líquidos (como el aceite) aparato que creó estando interno con 12 años en los Salesianos de Utrera. Méndez estudió Ciencias Químicas en Sevilla y acabó estos estudios en la Universidad Central de Madrid.
Como docente, Carlos inició su actividad en El Viso del Alcor, opositó al Ministerio de Educación y obtuvo plaza de profesor de Ciencias en Manzanares. También opositó al Ministerio de Agricultura -consiguió la plaza de veedor de vinos- y fue inspector de calidad en las bodegas de Jerez de la Frontera. Al no poder desempeñar las dos plazas, optó por la de profesor y dejó la otra en excedencia.
Méndez León contrajo matrimonio con Blanca Cuesta Vélez-Bracho y residió en Madrid. Fue pionero en hidrogenar las grasas creando maquinarias para su obtención. Lo que más impacta de él es que creara la primera máquina traductora en el mundo. Al tener que leer numerosas revistas extranjeras (usaba el diccionario constantemente para consultar su significado) Carlos inventó una máquina que, escribiendo en su teclado la palabra en el idioma conocido, ésta la escribía en otro o varios idiomas. Dicho invento fue patentado el 26 de mayo de 1934.
Este ilustre visueño también desarrolló sus teorías en el campo de la Cibernética. Guillermo Marconi quiso que trabajara con él, oponiéndose la familia de Carlos.
En 1936 Méndez ejerció profesorado en Baracaldo. Ese año, la Guerra Civil le sorprendió en Madrid, donde preparaba sus oposiciones a Cátedra de Química Orgánica. La situación le obligó a trabajar en Barcelona en puestos técnico-científicos y luego en Francia donde conoció a Salvador de Madariaga, quien no convenció a Carlos para trabajar en EE.UU.
Carlos Méndez regresó a España, fue internado en un campo de concentración, desposeído de su Cátedra y su título de veedor, repuestos posteriormente. En los años 50 dirigió en Ecuador importantes instalaciones hidrogeneradoras de aceites.
Madariaga lamentó que Méndez no siguiese su consejo, ya que hubiera tenido posibilidades de conseguir el Premio Nobel de Ciencias. Carlos Méndez murió en Sevilla en 1979.